¿Por qué nos volvemos adictos a una droga?
No se sabe a ciencia cierta la causa del consumo de drogas -esto es, de cualquier sustancia que altere el cerebro- por el ser humano. La comunidad científica concuerda en explicarlo desde un punto de vista físico y desde un punto de vista psicológico. Físico, por la tolerancia que el propio cuerpo crea a una droga, demandándole más en la siguiente toma de forma que, para alcanzar el efecto anterior, debamos aumentar la dosis. Psicológico por el easy efecto que crean en nuestro cerebro y que nos da una sensación de placer que queremos volver a experimentar. Lo que está claro es que las drogas liberan en nuestro cerebro unas sustancias que nos hacen sentir mejor, como puede ser la dopamina, hormona del placer.
El ser humano ha consumido estupefacientes desde los albores de la humanidad: desde su uso en rituales en la Prehistoria, pasando por los antiguos griegos que la utilizaban en orgías sagradas, hasta llegar al propio cristianismo que ”divinizó el vino hasta elevarlo a una bebida sagrada”, según la página on-line Qhhist. Las drogas tuvieron especial protagonismo en épocas como los años 60 cuidado de la salud y 70, marcadas por el LSD. Hoy en día, sustancias como el tabaco el alcohol están plenamente integradas en nuestra sociedad y la estigmatización se relega a otras sustancias que se consideran más peligrosas. Sin embargo, estudios como el del prestigioso científico especialista en drogas, David Nutt, demuestran que el alcohol y el tabaco son mucho más perjudiciales que otras sustancias.
En una sociedad en la cual las drogas se ven como un tema tabú aquellos que las consumen quedan silenciados, relegados a un segundo plano y marginados por todos aquellos que los consideran peligrosos. Sin embargo, ¿no es esto producto de una convencionalidad? ¿Por qué somos permisivos con algunas drogas y no con otras?
Lo que está claro es que el consumo abusivo de una sustancia puede ser mortal para el individuo. Pero dejemos que sean estos individuos los que nos cuenten sus propias experiencias. Como habitante de una ciudad -Vigo- en la cual las drogas entraron con la fuerza de un huracán en los años eighty, puedo ver cada día ejemplos de lo que aquella época dejó tras de sí. Barrios como el de Coia, el Calvario Chapela se convirtieron en hervideros de drogadictos que no conocían las consecuencias de sus actos. Ahora me dispongo a dejar de ser una easy observadora para contaros, a través de las experiencias de toda una familia que sufrió las desgracias de la drogadicción en sus carnes, lo que es convivir con este problema. Os invito a que me acompañéis a una pequeña casita en el barrio de Chapela.
¿Qué efectos causan las drogas en nuestro organismo?
Pero antes de empezar, debemos meternos en materia. Toda historia necesita un marco conceptual.
Según David Nutt, miembro del Committe on Medication de Londres, las drogas liberan en nuestro cerebro ciertas sustancias que ya se producen por sí solas, pero que se multiplican al ser estimuladas. Es por ello que nos volvemos adictos: necesitamos experimentar esa sencación que no alcanzamos por otros medios.
Según la gráfica que muestro a continuación, sacada del Ministerio del Inside, las drogas más consumidas en España son el alcohol, el tabaco, los hipnosedantes y el cannabis.
Pues sí, el alcohol también es una droga, por mucho que nos cueste aceptarlo al estar tan integrada en nuestra sociedad. Pero estamos hablando de la droga más consumida en España, tanto por adultos como por adolescentes. Y no sólo eso: como mostraba en la gráfica de los daños que provocan diferentes sustancias, el alcohol es la más peligrosa, tanto para el usuario como para los que lo rodean. El alcohol no tiene un proceso metabólico regular: una vez ingerido, pasa del duodeno al torrente sanguíneo y de ahí al cerebro. Aquí es donde se aprecian los mayores efectos: una mayor desinhibición pero, a la vez, una mayor torpeza ya que ralentiza las áreas del cerebro que se ocupan de la movilidad, tanto motriz como mental. A corto plazo, el alcohol crea una sensación de felicidad y evasión únicas pero, al día siguiente, causa un efecto depresivo. No se conoce la causa exacta de la adicción al alcohol. Muchos médicos y científicos tienen que preguntarles a asociaciones como Alcohólicos Anónimos Proyecto Hombre. Digamos que el individuo puede tener una predisposición, ya sea genética (antepasados alcohólicos) emocional. Las carencias emocionales son, en muchos casos, la causa. El alcohol, como cualquier droga, suple una falta que se desea llenar con algo.
El tabaco es harina de otro costar. Aunque con el tabaco sí se buscan ciertas sensaciones, no es una droga que supla carencias emocionales a la que estamos predispuestos genéticamente. Sin embargo, sí es una de las sustancias más adictivas debido a la nicotina que contiene. La nicotina actúa como estimulante en el sistema nervioso: aviva nuestra atención, proporciona cierto placer, calma la cólera y nos da tranquilidad. Además, influye en el sistema musculoso de una forma parecida, es decir: relajándolo. Si le preguntas a un fumador por qué fuma, puede responderte de diversas formas: ”porque me ayuda a desestresarme”, ”por tener algo en la boca”, ”para adelgazar”… Incluso en otras épocas (aunque, gracias a Dios cada vez menos), la respuesta de muchos hubiera sido que les daba un aire glamuroso.
Los hipsnosedantes, a pesar de la palabreja, son algo que todos conocemos. Abrid el botiquín de vuestras casas ( el de vuestra abuela): ahí están: Orfidal, Valium, Lexatin… Ya sabéis, todas esas pastillitas que nos ayudan a calmarnos a dormir. Asusta que sean la tercera droga más consumida en España (y repito: sí, son una droga. Cualquier sustancia que altere el cerebro lo es). Pero lo que verdaderamente preocupa a las autoridades sanitarias es la automedicación de estos fármacos. Muchas veces, el ritmo de la ciudad y el estrés nos provocan enfermedades asociadas a la ansiedad. Depender de sustancias como estas para poder llevar una vida normal es muy desaconsejable.
En cuanto al cannabis nos referimos al hachís y a la marihuana. Su consumo se remonta a épocas muy antiguas, como es común en aquellas drogas de origen botánico. Se usaba incluso en rituales. Hoy está relegado a un uso más ocioso de easy relajación. Aunque, cuidado. Se ha demostrado que la marihuana produce efectos beneficiosos en los enfermos de cáncer. Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid llevado a cabo sobre ratas enfermas, el THC se comía las células cancerígenas. Claro que eso aún está por ver en humanos, pero su uso como paliativo para el dolor está muy extendido, pues goza de propiedadesantinflamatorias. Los efectos más comunes de la marihuana son la relajación, la desinhibición, la hilaridad, la somnolencia, la dificultad para concentrarse memorizar cosas a corto plazo… Además, después de su consumo se enrojecen los ojos, aumenta el apetito y los movimientos son más descoordinados. A largo plazo puede ocasionar problemas respiratorios, endrocrinos, cardiovasculares… Es relevante el hecho de que suele tomarse con tabaco y sin filtro, por lo que el humo es mucho más perjudicial que el de los cigarrillos.
La adicción, desde dentro. La hermana mayor.
Marian, la primogénita de la familia que vive en esta casita de Chapela, fue alcohólica durante 10 años hasta que se topó un día, por casualidad, con su solución: Alcohólicos Anónimos. Ahora acaba de ser elegida coordinadora de la asociación a nivel autonómico.
Alcohólicos Anónimos es una asociación formada en 1935 en Akron, Estados Unidos. Su único objetivo es ayudar al bebedor que necesita ser ”rescatado” para así darle una segunda oportunidad. AA trata el alcoholismo como una enfermedad que puede ser curada con fuerza de voluntad y la medicina adecuada. Su programa, seguido por miles de personas en todo el mundo, ha demostrado funcionar. Quizás porque son los propios ex-alcohólicos los que integran esta sociedad. Para comprender una situación como esta a la perfección, hay que vivirla.
Marian me recibe en bata rosa y con una radiante sonrisa. Su cocina es casi tan cálida como ella.
-En diciembre fuiste elegida como coordinadora de la organización a nivel autonómico. ¿Cómo fue el proceso? ¿Hay algún requisito especial que tenga que cumplir el candidato?
-Sí, se han celebrado unas elecciones democráticas para ello. Yo cumplo el requisito de llevar sobria más de dos años, concretamente as soon as; el mismo tiempo durante el que he pertenecido a AA.
-¿Y qué significa ser la coordinadora de AA?
-Un coordinador se encarga del buen funcionamiento del grupo. En mi caso, de todos los grupos que hay en Galicia, que son sixteen. Además del coordinador, también elegimos secretario y tesorero. Nuestra tarea es organizarnos y organizar a los demás. Para ello, los representantes de cada grupo se reúnen cada tres meses para mostrar la ”conciencia colectiva” de su grupo. Ahora mi tarea es escuchar estas ”conciencias”. Así podemos saber qué va bien y qué va mal en cada zona. A partir de ahí, aportamos nuevas concepts para hacer llegar el mensaje de A.A a todos.
-Entonces, en AA nada funciona de forma aislada. Hay una interconexión.
-Exactamente. Ya no sólo en las autonomías, sino también en las propias ciudades, donde los diferentes grupos establecen una oficina central para comunicarse. Y, yendo más allá, hay una organización estatal e incluso internacional.
-Esta organización internacional se maneja mediante la la Basic Service Workplace, ¿no?
-Sí. Es una oficina que se encuentra en Nueva York, ciudad donde comenzó la iniciativa. En ella se organiza un Directorio Mundial al que llegan todas las experiencias de los grupos, es decir, la ”conciencia colectiva” de la que hablaba. Podemos decir que son experiencias sumadas.
-¿Es así como funciona AA, mediante experiencias?
-El programa de AA se basa en eso, efectivamente. En compartir. Cuando empiezas a escuchar las historias y el arrepentimiento de los demás, de gente que tiene tus mismos problemas, te sientes identificado con ellos y te das cuenta de tu propia situación. Después viene la parte individual. Es un plan de 24 horas. Te levantas, te vistes y piensas: ”pase lo que pase, hoy no bebo. Aunque se muera mi madre. Aunque se caiga el mundo. Aunque me deje mi novio”. Mañana ya se verá, pero lo importante es lo que haga hoy. Porque el alcoholismo es como una ruptura: sufres recaídas. Por ello hay que marcase pequeñas metas.
-En tu caso en particular, ¿cómo lo viviste?
-Yo tenía 32 años y vivía en Sevilla. Acababa de pasar por un matrimonio muy complicado y atravesaba un mal momento. Dio la casualidad de que a una amiga mía le estaba pasando lo mismo. Así que decidimos ir a tomar una cerveza para animarnos un poco. A los cinco minutos estábamos alegres, riendo. Llevaba mucho tiempo sin sentirme así, tan despreocupada. Al día siguiente nos tomamos dos. Si una me hacía bien, dos era mucho mejor. Poco a poco, entré en un bucle.
-Un efecto dominó.
-Sí, es algo común a muchos alcohólicos. Pensar que eres invencible y que a ti nunca te podría pasar algo como volverte adicto. Empecé a salir con otra gente. Las personas que bebían me parecían mucho más interesantes. La cerveza ya no me llegaba y empecé con los cubatas. Odiaba el sabor, pero no me importaba: yo buscaba el efecto. Pasaron quince años.
-¿El alcohol seguía produciendo la misma sensación?
-No. La alegría del principio se convirtió en sufrimiento. Necesitaba el alcohol para todo. Si iba a trabajar, tenía que beber. Si iba a una cena con amigos, tenía que beber. Perdí mi trabajo, así que empecé a buscar otro. Iba a las entrevistas borracha. Tenía una enfermedad pero me la negaba a mí misma.
-¿El efecto dominó fue a más?
-Cuando te juntas con gente que consume, es difícil no ir más allá. Probé la cocaína, pero no era lo que me llamaba. Lo mío period el alcohol. Tenía una adicción.
-¿Qué ocurrió para que decidieras parar?
-Aún no lo sé. Fue un golpe de suerte. Cogí la guía telefónica y encontré el Teléfono de la Esperanza. Así di con Alcohólicos Anónimos. Uno de los problemas del alcoholismo es la auto-negación. Cuando fui a la primera reunión y escuché a otras personas hablar de sus propias experiencias, me sentí identificada. Y entonces lo supe: yo era alcohólica. También period una enferma: la propia OMS reconoce el alcoholismo como enfermedad.
-Si es una patología, digamos, ¿hay una tipología de enfermos?
-Nosotros (AA) distinguimos dos. Está el bebedor social, aquel que puede beber en una fiesta de vez en cuando sin derivar en algo peor. Tú, por ejemplo (risas). Luego está el ”bebedor problema”. Ni siquiera los médicos saben qué características tiene que cumplir esta clase de bebedor para convertirse en alcohólico. En estos temas incluso tienen que preguntarnos a nosotros. En la mayoría de los casos, hay una predisposición. Me atrevo a decir que una predisposición genética. En mi caso, dos de mis tres hermanos terminaron como yo. De hecho, la mediana murió… Mi padre era alcohólico. El ambiente acquainted tiene mucho peso en el futuro de un niño. El alcoholismo, como las enfermedades, se contagia.
-Pero, como tú has dicho, uno de tus hermanos no se volvió adicto.
-No, mi hermana pequeña no. Por eso digo que es un factor difícil de determinar. También existe la predisposición emocional. Sin embargo, una persona con tendencia a la depresión no tiene por qué terminar cogiendo una botella.
-Como enfermedad que es, ¿puede empeorar si no mejora?
-Un enfermo que no toma su medicación puede morirse. Un alcohólico que no se recupera, también. Sólo hay dos finales: la muerte el psiquiátrico. Puede causarte cirrosis, hepatitis, enfermedades psicológicas, esquizofrenia, bipolaridad… Además, el alcohol es la única droga que provoca un síndrome de abstinencia tan fuerte que deriva en delirium tremens. Ves cosas que no están ahí. Bichos que salen de tu boca, animales trepando por las paredes… A muchos les causa un infarto.
-¿Te ocurrió eso a ti?
-No, pero tengo amigos a los que sí.
-Vosotros mismos decís que un alcohólico ”problema” no puede volver a beber nunca, ni siquiera una cerveza, volverá a entrar en juego ese efecto dominó. ¿La sobriedad es un estado difícil de mantener?
-Sí, claro. El primer año, sobre todo. No puedes dejar de beber de golpe. En mi caso, tenía que volver a verlo, como si se tratase de un amante. Después no volví a beber, pero a veces me llamaba. Durante la comunión de mi sobrina, su padre no paraba de ofrecerme una copa de Albariño. Yo se lo pasaba al que tenía al lado. Fue una tentación. Pero eso es parte del programa: saber decir ”no” a la primera copa. Si no te bebes la primera, nunca habrá una segunda, ni una tercera, ni una cuarta…
-Algunas asociaciones como Proyecto Hombre le dan el ”alta” a sus miembros tras considerar que están recuperados. ¿Crees que es una buena decisión?
No es fácil superar una adicción. G., el hermano menor.
G., el hermano mediano de la familia, es miembro de Narcóticos Anónimos desde hace dos años. Pertenece al grupo vigués ”Buena Voluntad”. Le pido que me defina NA y me lee parte de un folleto ”es una organización internacional sin fines lucrativos para adictos en recuperación que funciona en más de 129 países. Los miembros de NA aprenden los unos de los otros a vivir sin drogas y a recuperarse de los efectos de la adicción”. Pero, ¿se fija NA en alguna sustancia en concreto? La respuesta es no: cualquier sustancia, sea legal (como el alcohol) ilegal es considerada por igual como una droga. ”Mi problema con las adicciones comenzó cuando yo period muy jovencito”, me explica G. ”En la adolescencia salía con mis amigos y me fumaba algunos porros con ellos pensando que no pasaba nada. Nunca llegué a imaginar…”. Se hace un silencio en la habitación donde nos hemos reunido y sus ojos miran hacia la puerta, como si deseara salir de allí. Finalmente, su espíritu luchador prevalece. ”Llega un momento en el que pierdes el management y cualquier cosa que te altere el cerebro es válida para ti. Yo he probado de todo, independientemente de las situaciones”. Le pregunto si no consumía sólo en las fiestas. ”Al principio sí, y de hecho period mi excusa para justificar lo que hacía: que con ello me divertía más. Pero poco a poco, empieza a darte igual si hay fiesta no porque necesitas consumir. Tu mente no piensa en otra cosa”. Sin embargo, como en una tormenta, tras la tempestad llega la calma. Cuando lo hemos perdido todo, ya no nos importa nada. Pero cuando aquello que amamos aún pende de un hilo, hacemos lo que sea para recuperarlo. ”Me di cuenta de que, si seguía así, no sólo me destrozaría a mí mismo, sino que me llevaría a mi familia y a mi pareja por delante”. Así que, tras años de insistencia, G. por fin hizo caso a su hermana, Marian, y asistió a una reunión de NA. En NA, al igual que en AA, todo funciona a partir de experiencias compartidas en reuniones. La excepción es que aquí hay unos ”padrinos” ”madrinas”, gente que no ha consumido por años y que se encarga de cada recién llegado de forma individual para prestarle su apoyo. ”A tu padrino lo elijes tú, no es algo que se asigne. Simplemente, si te llevas bien con una persona, recurres a ella”, me explica G. Reflexiono ante estas figuras: en efecto, salir de la toxicomanía es algo extremadamente difícil: el síndrome de abstinencia, las ganas de volver, tu cuerpo, tu mente, todo te pide a gritos una recaída. El adicto que afronta esto solo está perdido. Tener a alguien con quien poder hablar y que te comprenda es esencial.
La charla que estoy manteniendo con G. se ve interrumpida cuando su hijo de seis años entra en el cuarto buscando las zapatillas. Detrás lo sigue su abuela, que lo regaña por haber entrado sin permiso. ”No pasa nada, mamá”, dice G. La mujer, toda una señora de setenta y cinco años, se cruza de brazos y le pregunta con voz autoritaria si ya hemos acabado. Le digo que no, pero la invito a sentarse. Sabe perfectamente de lo que estamos hablando. Rechaza mi oferta con amabilidad: ”yo no quiero oír hablar de ese tema”. G. me sonríe y se encoge de hombros. Ambos sabemos el por qué, su hermana ya me lo ha explicado: una de sus hijas murió a causa del alcoholismo. ”Supongo que hay una especie de predisposición genética a la adicción”, cube G. cuando le pregunto, minutos después, sobre el tema, ”nuestro padre era alcohólico, tres de sus cuatro hijos somos adictos”.
El alcohol y la adolescencia
Las drogas consumidas por un mayor porcentaje de estudiantes de 14 a 18 años siguen siendo el alcohol, el tabaco y el hashish. Les siguen los hipnosedantes, cocaína y extásis. (Observatorio Español sobre drogas)
Remaining de trayecto
Ya es de noche. Me despido de la familia que vive en la casita de Chapela con la promesa de volver a tomar un café algún día.
Las drogas son un tema del que la gente joven habla sin tapujos, contando sus experiencias personales. Sólo algunos piden, aunque por miedo a que sus padres se enteren, que los mantenga en el anonimato.
Las drogas son un tema difícil del que hablar para aquellos que se volvieron adictos a ellas.
La sociedad tiene una perspectiva muy ambigua sobre lo que las drogas representan, aceptando el ”botellón” pero señalando con el dedo al borracho que está en la calle. Quizás sea hora de que, en vez de dar la espalda, ofrezcamos la mano.
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