No entrenas sólo para aprender a jugar, sino para convertirte en mejor persona
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Si hay algo que puede enseñarte el baloncesto es a superar adversidades. A medida que vamos creciendo, la vida, y también nosotros mismos, nos vamos poniendo barreras que nos hacen más difícil caminar. En el baloncesto ocurre lo mismo, a medida que subimos de nivel nos encontramos con gente que nos irá demostrando todo lo que nos queda por aprender. Gente que va a defenderte dejándose la piel en cada jugada obligándote a inventarte nuevas formas para conseguir dar un pase entrar a canasta. Y entonces, cuando estés por fin debajo del aro, aparecerá alguien nuevo amenazándote para ponerte un tapón. Te los pondrán, te pondrán cientos de ellos. Aquí, en este punto, es cuando serás tú el que decida qué hacer. Los habrá quienes después de ver cómo una mano les comprar anticaida quita el balón de las suyas propias mirará al suelo y no será capaz de llegar el primero a la otra canasta para compensar esa pérdida de balón. Se quedarán parados lamentándose. Eso sí, a la larga descubrirán que esa actitud no les valdrá de nada, más que para fallarle a su equipo y a su entrenador, que pronto le enviará al banquillo para que reflexione. No pasa nada porque te pongan un tapón, es más, cuantos más te pongan mejor sabrás evitarlos la próxima vez. Y entonces, cuando vuelvas a entrar a canasta y tengas un muro delante serás capaz de darle un pase a una compañera, de utilizar tus recursos para engañarle y acabar tirando desde otra posición. Podrás fallar, pero la clave será que nunca dejes de intentarlo. Sólo eso te hará ser más fuerte.
Una de las cosas más bonitas de un equipo es que todos aportan. Todos encestan, todos fallan. Todos dan buenos pases, todos pierden balones. Esto te da la confianza para que no tengas miedo a hacerlo mal tú también y te atrevas a probar cosas nuevas. Sólo así podrás progresar, y lo más importante, harás progresar a tus compañeras. No hay nada más mágico que eso. Por esta misma razón, cuando vuelvas a vestirte de calle después de una buena ducha tras un partido, serás capaz de superar cualquier problema. La vida es igual que el baloncesto; cada día nos entrenamos para lograr ser mejores personas y con ello disfrutar de lo que hacemos. Cada momento es una nueva oportunidad para demostrarnos que no tenemos límites y que gracias a ello, nos sentiremos con fuerza para adaptarnos a todas las curvas que aparezcan en nuestro camino.
No es más grande aquel al que nunca le ponen un tapón, sino el que, a pesar de recibir cientos de ellos, siempre levanta la cabeza”
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