2018/01/01. 12:54 am
Hoy es 31 de diciembre de 2017.
En este momento son las 10:50 pm.
Debería estar esperando el año nuevo acompañado de muchas personas, pero me encuentro solitario y escribiendo por decisión propia.
Estoy haciendo un trabajo de séptimo paso bastante intenso.
Le estoy pidiendo a Dios que me fairly el miedo al fracaso y al rechazo… y Dios me está ayudando.
Hoy tuve una conversación difícil con mi esposa. Yo no sabía cómo abordar el tema, cómo ser lo suficientemente asertivo.
La última vez que tocamos ese tema, mi esposa me dijo que la había herido en lo más profundo de su ser y eso agravó la situación. La pelea que teníamos entonces, se prolongó mucho más y yo terminé como muchas veces, cediendo para restablecer la relación.
Esta vez le dije que no sabía muy bien cómo abordar el tema, pero que iba a tratar de hacerlo. Comencé diciéndole que yo recibía muchas cosas positivas de ella y que la amaba profundamente… pero que tal vez por eso mismo, porque la amaba profundamente, me dolía el hecho de recibir indiferencia y distanciamento emocional de su parte cuando no hacía lo que ella quería que hiciera.
Que entre nosotros había venido creciendo una forma disfuncional de relacionarnos. Que el management de ella había venido creciendo de manera desmedida y que cada vez que yo no hacía lo que ella quería que hiciera, ella se distanciaba emocionalmente de mí.
Que este año habíamos estado distanciados emocionalmente la mitad del año y que a mí me estaba afectando mucho eso. Que sus constantes juicios, críticas y censuras me estaban convenciendo de que yo period un mal padre, mal esposo, mal proveedor y que no hacía nada bien.
Que había tenido que enfrentar unos sentimientos terribles de ser incompetencia, incapacidad, indignidad e indeseabilidad.
Ella, como otras veces que he abordado el tema de sus constantes quejas, sintió que yo la estaba destruyendo al decirle eso. Me dijo que estaba devastada. Lloró, pero no porque lo sentía, sino de rabia conmigo.
Pero asombrosamente, yo he estado muy tranquilo. Porque estoy absolutamente convencido de que esta forma de relacionarnos no puede continuar.
Como he hablado en otras reflexiones, llegué a trabajar esto como un asunto de vida muerte, pues durante lo más profundo de mi depresión llegué a desear estar muerto.
Ella, llorando y con rabia, me dijo que elegía ser feliz y que iba a ser feliz conmigo sin mí. Yo, bastante sereno, le dije que lo de la felicidad lo veía todavía lejano, pero que al menos elegía vivir y que iba a vivir con ella sin ella.
Que odiaba el ser insípido y acartonado en el que me había convertido por sus constantes recriminaciones, que no me gustaba que hubiera utilizado a las niñas como una extensión más de su control para tratar de cambiarme. Que yo había perdido la espontaneidad y la alegría tratando de ganarme su aprobación y que de todas maneras, lo único que había obtenido de ella period más y más rechazo y comentarios destructivos.
Ella intentó victimizarse y decirme que la estaba pintando como lo peor que había en mi vida y yo le aclaré que había comenzado diciéndole que recibía muchas cosas positivas de ella.
Me dijo que yo la hacía sentir una harpía que no traía sino mal a mi vida y yo le contesté que ella, con su quejadera me hacía sentir la fuente de todas sus desgracias.
Que ella hablaba de agradecer y pensar positivo, pero al mismo tiempo no la sentía agradecida por mí, ni tratando de ver algo positivo en mí, sino quejándose de mí todo el tiempo.
Algo que me sorprendió fue la forma tranquila como hablé.
En el pasado, tenía que armarme de ira para decir las cosas, porque period la única forma de vencer mi miedo al rechazo.
Hoy sentí que estaba tranquilo y seguro de lo que decía y no necesitaba exasperarme.
Hubo momentos muy emotivos en los que lloré, pero no para victimizarme, sino por ejemplo, un momento en el que ella me pidió disculpas y me dijo que su intención nunca había sido hacerme daño. Recibí esa disculpa en el fondo del corazón. Hubiera querido abrazarla y decirle que ya, que todo pasaba que con esa disculpa mi corazón había sanado, pero yo sé que éste es un camino largo que apenas comienza.
Cuando ella volvió de misa me dijo que le había pedido a Dios lo mejor para cada uno de nosotros. Que si íbamos a estar remedios naturales online juntos, que nos tuviera juntos y que si íbamos a ser felices con otra persona, que nos mostrara a esa persona.
Yo le contesté que yo le había pedido algo parecido: Que me permitiera vivir con ella sin ella, con familia sin familia.
Yo siento que muchas de las cosas que me decía eran pataleos para hacerme cambiar de opinión, pero el hecho de que esto se haya convertido en algo de vida muerte para mí, me ha dado una seguridad que no conocía.
Claro que ante la posibilidad que planteó, no deja de inquietarme que le dé por conseguirse un amante para tratar de hacerme reaccionar. Porque la veo diciendo y haciendo tantas cosas, que no me extrañaría que comenzara a tratar de provocarme cada vez de una manera más agresiva.
Podría hacer lo del amante, meter a su familia. Que sus padres y sus hermanos la apoyaran para que tomara rápidamente una decisión que ella no está segura de tomar.
Pero tengo claro lo que no estoy dispuesto a permitir. Y si ella decide tomar un atajo para acabar con nuestro matrimonio, antes que verse a sí misma con honestidad, no habrá más remedio que acabar con el matrimonio, con todo lo que eso implica y sabiendo que eso sería lo último por lo que yo quisiera hacer pasar a nuestras chiquis.
¡En este momento son las 12:00! ¡Feliz añooooooooooo!
La verdad, en este momento no estoy feliz. Estoy adolorido, pero estoy sintiendo el dolor. Lo estoy enfrentando. No me estoy evadiendo.
Muchas veces yo me mantengo ocupado compulsivamente para evitar mi dolor. Otras veces me pongo a navegar en internet, a leer los chismes de farándula de Yahoo, las noticias del tiempo movies gracios en Youtube para evadirme, para olvidarme de mí mismo y mis sentimientos. En este momento estoy permitiéndome sentir mi dolor.
También estoy tranquilo y me siento seguro. Siento algo de ansiedad en el fondo, no sé qué hará mi esposa y esa incertidumbre me genera un poco de ansiedad, pues lo que está en juego es mucho. Pero estoy absolutamente convencido de que no puedo continuar como venía (sintiéndome la fuente de todas las desgracias de mi esposa, gracias a esa maldita quejadera permanente).
Estoy dispuesto a seguir trabajando intensamente para salir de esta depresión. Pidiéndole a Dios que me quite esos miedos que me impiden progresar, que me impiden poner límites, que me impiden relacionarme sanamente.
Quien lo fuera a imaginar. Que comenzara por casa. Que el primer miedo al rechazo que me quitara fuera el miedo al rechazo de mi esposa y mi suegra.
Ah. Ya que nombré a mi suegra.
Sé que mi suegra es muy, pero muy importante para mi esposa.
Cuando le dije que no me sentía aceptado por ella y que buscando salir de la depresión estaba sacando de mi vida todo lo que me producía malestar e infelicidad, incluyendo a mi suegra, vi que reaccionó como si le hubiera dicho la ofensa más grande.
Me dijo que ella había querido separarse antes y que ese ser que yo veía tan despreciable (nunca lo dije, de hecho, mi suegra me parece una mujer admirable. Sólo que no me ha aceptado en 13 años y nunca lo hará), le había aconsejado que no se separara. Le dijo que yo era un buen hombre, que yo cocinaba y que tenía cosas a mi suegra, vi que sio de micando vivir estaba sacando de mi vida todo lo que me producitara fuera el miedo al rechazo de mi
Eso me corrobora, como yo venía pensando, que mi suegra tiene una gran influencia en mi esposa. Y sólo espero que tenga la suficiente sabiduría para no meterse, porque estoy seguro de que si le cube que se separe, ella lo hará.
Gracias, Dios mío, porque a pesar de que estoy en una situación difícil, tengo mucha esperanza y siento tu mano en muchas cosas que se me presentan. Siento tu presencia amorosa en una frase que leo, que escucho en la radio, en algo que cube una persona, en circunstancias que veo claras ahora y antes no podía discernir entre la neblina de mi confusión.
Muchas gracias y por favor sígueme ayudando a liberarme de esos miedos que tanto daño me han hecho en la vida.
Hoy he tenido una iluminación impresionante.
Definitivamente la mano de Dios está en todo lo que me pasa por enfrente. Estoy recibiendo justo lo que necesito para aprender lo que necesito aprender cada día.
No sé si había comentado que estoy trabajando con bastante dedicación los pasos otra vez. Voy en el paso siete que dice Humíldemente le pedimos a Dios que nos liberase de nuestros defectos”.
Específicamente estoy pidiéndole a Dios que me quite el miedo al fracaso y el miedo al rechazo, que son los dos miedos que más me han gobernado toda la vida.
Cuando estaba trabajando la Codependencia, el miedo al rechazo afectaba todas mis relaciones.
Lo trabajé muy duro en esa época y mis relaciones mejoraron dramáticamente.
Pero el miedo al rechazo continúa y afecta todos mis negocios. El resultado se ve reflejado directamente en mi bolsillo. Esos miedos: el miedo al rechazo y el miedo al fracaso, son los que me han impedido progresar en la vida. Son los que me paralizan y no me dejan perseguir lo que quiero. El miedo al rechazo me impide llamar a los prospectos, me impide cobrarles a mis clientes, me frena para presentar ideas de negocio a posibles inversionistas, me obliga a aceptar de mis clientes condiciones que después me cuesta mucho trabajo cumplir, me impide decir no cuando quiero decir no.
El miedo al fracaso me impide tomar riesgos decisiones que me podrían llevar a crecer. Me impide hacer inversiones aún después de hacer muchos análisis y de ver desde todo punto de vista que son seguras y rentables.
El resultado basic es el estancamiento, la incapacidad de crecer, la insatisfacción con mi propia vida, la sensación de que no estoy desarrollando ni expresando plenamente mis talentos, el aislamiento, y al last, la pérdida del sentido de la vida y la depresión.
Por eso he tenido que aplicar los doce pasos a lo que he llamado La adicción a la zona de confort”.
Viéndolo como una adicción, he podido sacar una definición de abstinencia, y después de un tiempo de abstinencia, he podido trabajar los pasos.
Y le he pedido a Dios de muchas maneras que me fairly esos dos miedos que me paralizan.
Y sin darme cuenta, he comenzado a hacer sin miedo, cosas que antes no me atrevía a hacer.
Y al hacerlas se me va aclarando mucho más la visión. Lo que antes me parecía nebuloso y que no entendía bien, ahora lo veo claro, nítido y en alta definición.
Veo, por ejemplo, que el resentimiento que apareció hacia mi esposa, me llevó a evitarla.
Al evitarla, no la buscaba.
Al no buscarla, me hice inmune al rechazo que ella utiliza como estrategia para manipularme, para controlarme.
Al hacerme inmune a ese rechazo, le perdí el miedo.
Al perderlo, me di cuenta de que period uno de los miedos que más gobernaba mis acciones y actitudes.
Y creo que ella, inconscientemente, también detectaba eso y por eso me rechazaba. Cada vez sus rechazos eran más fuertes.
Llegábamos tarde a algo por culpa mía y me retiraba el afecto durante una semana.
Llegaba tarde de trabajar y no avisaba, y me retiraba el afecto durante tres días.
Dormía siesta un sábado por la tarde y me retiraba el afecto hasta el miércoles.
Todo eso me llevaba a tratar de hacer las cosas que ella quería que hiciera, pero no para complacerla, ni por amor, sino por miedo al rechazo que producía no hacer dichas cosas.
Yo no lo sabía y ella tampoco. Ella todavía no es consciente.
Pero últimamente, he hecho sin miedo varias cosas que no me atrevía a hacer antes: Invertí un dinero en Bitcoin, cosa que venía pensando en hacer durante más de seis meses. Finalmente lo hice, e independientemente del resultado, el logro fue haberlo hecho.
Obviamente, si lo hubiera hecho hace seis meses, mi dinero se habría multiplicado por diez, pero el cuento ahora es aprender a negociar con criptodivisas y he estado haciendo un trabajo de capacitación bastante intenso.
Por otro lado, le he dicho a mi esposa que no en varias ocasiones.
Parece que la tengo desconcertada, pero no lo hago por ella. Lo estoy haciendo por mí. Por recuperar la dignidad, la esencia y la autoestima que fui perdiendo gradualmente durante trece años de matrimonio a punta de ceder mi propio espacio a cambio de que no me rechazara.
Eso me hizo mucho daño y convirtió mi vida en un calvario insufrible.
Llegó el momento en que me di cuenta de que no era feliz y llevaba mucho tiempo sin serlo. Porque por andar tratando de complacerla a ella me olvidé de mí mismo. Y me perdí de mí mismo mientras trataba de obtener una aprobación de ella, cada vez más esquiva y más inalcanzable, pues ella, para que yo hiciera lo que ella quería, cada vez me rechazaba, me criticaba y me invalidaba más.
Ahora me he dado cuenta de que no ser el padre que ella quiere que sea, no me hace mal padre, como llegué a creerle. Mis hijas me adoran y comparto con ellas más que la mayoría de los papás. Les ayudo con las tareas, les ayudo a estudiar, las escucho, e inclusive, a pesar de la depresión siempre sacaba algo de tiempo y energía para ellas.
No hacer las cosas de la casa como ella quiere que las haga, tampoco me hace mal esposo, como ella me llegó a convencer en algún momento.
Además, he descubierto que su compulsión con la puntualidad y la limpieza, vienen heredados de su madre.
De hecho, la mamá la trata a ella, muy parecido a como ella me trata a mí. Cuando llega cinco minutos tarde a una cita con la mamá, ésta la mira como si hubiera asesinado a un cura. Por supuesto, luego el problema es para mí, pues por lo basic, si hay algún retraso, es por mi culpa.
Pero no me quiero desviar.
Mi esposa es compulsiva con la puntualidad y el aseo, pero especialmente se pone compulsiva cuando tiene que ver con su mamá.
Cuando la mamá viene, mi esposa se levanta desde las 5:00 am y comienza a limpiar todo compulsivamente. E inevitablemente, la mamá cuando llega hace algún comentario negativo con respecto al aseo, tal como lo hace mi esposa conmigo.
Y cuando mi esposa más se estresa por ser puntual, es cuando tenemos algún compromiso con mis suegros.
Entonces ahora veo con claridad que dos de nuestras principales fuentes de conflicto obedecen a que mi esposa de cuarenta y pico de años, está buscando aprobación de su madre.
De hecho, ella también sufre mucho por el rechazo de su madre.
Cuando pelean, la mamá le deja de hablar durante una semana dos, y al final mi esposa siempre la termina buscando y dando su brazo a torcer así tenga la razón, sólo por restablecer la relación con su madre.
He descubierto tanto de mí y de mi esposa en tan poco tiempo, que casi no alcanzo a escribirlo.
Y estoy muy agradecido con Dios, pues alguien me dijo que no le pidiera que me quitara el miedo, porque el no quitaba el miedo, sino que me diera valor para enfrentar el miedo… pero de una manera inexplicable y contra todo pronóstico, Dios me está quitando los miedos poco a poco.
Hoy teníamos una ida a cine con mis hijas, y mi suegra llamó para decirme que nos habían invitado a una novena navideña en donde la madrina de mi esposa. De paso me lanzó uno de sus comentarios sutilmente punzantes, lo que me recordó que no quiero tener ningún contacto con ella por ahora.
Cuando llegó mi esposa le conté, pensando que no íbamos a ir porque teníamos previamente el compromiso del cine con las hijas. Sin embargo, ella reaccionó entusiasmada proponiendo que fuéramos a cine más temprano y que después del cine fuéramos a la novena.
Yo, de manera muy calmada y sin miedo, le dije: Antes de llamar a tu mamita, quiero que sepas que yo no voy a ir a la novena”. Ella me replicó con una pregunta: ¿No quieres que vayamos?” y yo le contesté calmadamente: Ustedes pueden ir tranquilamente, solamente te estoy avisando que yo no voy a ir”. Entonces me preguntó: ¿Por qué?” y yo le contesté: Porque no estoy dispuesto a aguantarme comentarios punzantes de tu mamá hoy”.
Ella me dijo: ¿Verdad? ¿Y ahora cómo vamos a hacer para la comida de navidad?” y yo le dije, todavía calmado: No sé, ni me preocupo. Ya veremos, cuando llegue el momento. Lo importante hoy, es que hoy no me quiero aguantar más indirectas de tu mamá”.
¡Diganme si eso no es un milagro!
En una conversación que antes no sabía cómo manejar, actué sin miedo al rechazo, me concenté en el presente, estuve tranquilo, y contesté asertivamente a todas las preguntas de mi esposa.
Eso es una prueba de que Dios sí me está quitando ese miedo al rechazo que tanto daño me ha hecho en la vida.
Luego estuvimos en cine. Después del cine, ella salió corriendo estresada como acostumbra cuando se va a encontrar con sus padres. Yo ahí pensé en separarme e irme para la casa, pero la acompañé al carro mientras observaba su estrés.
Me subí al carro con ella y las hijas, y cuando íbamos camino a la novena, le dije: – Déjame en la autopista para yo irme en Transmilenio para la casa.
Ella, un poco desconcertada, porque creo que pensaba que al final yo sí iba a ir a la novena, me preguntó: – ¿Y qué les digo? – entonces le contesté: – Puedes decirles que tenía que escribir, si quieres, puedes decirles la verdad; que estoy pasando por una depresión.
También lo dije completamente calmado y seguro.
Algo importantísimo de lo que me di cuenta cuando llegué aquí, es que mi dolor, ha disminuído en un 90%.
Sí. Ese dolor permanente, que me acompañaba todo el tiempo, ese dolor que no me permitía ser feliz, ese dolor que me obligaba a tomar analgésicos tres veces por semana, ha disminuido muchísimo en sólo unos días.
Con el easy hecho de darme cuenta de que no soy mal papá ni mala persona, con el easy hecho de haber sacado de mi vida algunas situaciones que me traen infelicidad, en unos pocos días me he sentido mucho mejor.
De hecho, he estado comiendo moderadamente desde hace unos pocos días. No he vuelto a repetir, durante las tres comidas grandes del día, ni estoy comiendo entre comidas.
Eso period algo que hacía todos los días, pues usaba a la comida como un analgésico. La comida en exceso me da una sensación temporal de plenitud y satisfacción, y además me pone somnoliento. Eso es lo que busco de la comida, para anestesiar el dolor permanente, pero entonces siento otro dolor horrible: el del sobrepeso. El de ver cómo voy perdiendo lentamente mi figura sin poder hacer nada para evitarlo. El de tratar de controlar mi forma de comer y no poder.
Me tienen muy contento estos progresos y se los debo a este séptimo paso que hasta ahora estoy comenzando a hacer. Eso me da mucha esperanza. Creo que finalmente estoy logrando ese cambio que tanto necesitaba y que tanto le había pedido a Dios.
Claro que para llegar a este punto, tuve que tocar fondo.
No quiero que se me olvide nunca, que llegué a una situación de vida muerte.
Una situación en la que llegué a preferir la muerte, a la vida insípida y llena de dolor que estaba viviendo. Esa vida en la que los momentos felices eran solamente un recuerdo lejano y en la que el presente se había convertido en rechazo y desilusión de mí mismo permanentemente.
Después de reconocer ese punto cercano a la muerte en el que estaba, decidí que quería vivir y que iba a usar todos mis recursos cognitivos y emocionales para aferrarme a la vida, sin importar si mi esposa me entendía, lo aceptaba, no.
Llegué incluso a la firme determinación de que no me importaba si terminaba este proceso con esposa sin esposa. Lo importante period que tenía que hacer un cambio para terminarlo vivo. Si seguía como iba antes, iba a terminar muerto.
Eso también me quitó la culpa del tiempo que les quito a mis hijas para trabajar en mí.
Es para al ultimate, darles un mejor papá.
Si no hacía esto, iban a terminar sin papá; con el papá muerto; lo que me parece mucho peor, que en el peor de los casos, suponiendo que mi matrimonio no aguante este proceso, sería que mis hijas tuvieran un papá que no vive con ellas.
Bueno, por ahora dejo ahí, pero solamente quiero evidenciar que aunque estoy apenas comenzando este proceso, y que estoy seguro de que se presentarán obstáculos en el camino, lo que he recibido ha sido muy bueno y me da ganas de continuar.
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