Las Características De La Adicción Sexual - ✠ Parafarmacia y Farmacia Online | Bienestar Tic Tac Bank
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Ryan es un médico exitoso y un respetado hombre de familia. Con los pacientes es rápido y brusco, pero sonríe mucho y cube las palabras justas. Es common y tiene muchísimos amigos. Sin embargo, Ryan y su mujer no tienen tiempo el uno para el otro porque están demasiado ocupados con sus trabajos, la vida social y los hijos.
De un tiempo a esta parte, Ryan, después de un día de mucho trabajo en el hospital, ha tenido relaciones sexuales con prostitutas. También sufre ocasionales accesos de cólera en su trabajo, pero el private justifica su conducta aduciendo que es un hombre muy ocupado, y que la atención de sus pacientes debe provocarle mucho estrés. Todos suponen que como Ryan procura solucionar los problemas de la gente, él no debe tener ninguno. También dan por sentado que como la gente lo quiere, Ryan debe quererse también; pero Ryan se odia, y detesta sus conductas y su trabajo. El hecho de ser médico le ayuda a sentirse importante por un tiempo, pero el sentimiento pronto se desvanece. Está pensando en suicidarse.
Por fortuna, aunque parezca extraño, el jefe de private del hospital donde trabaja Ryan interviene. Una de las enfermeras, cuando se dirigía a su casa, vio a Ryan entablando relaciones con una prostituta. Él es despedido del hospital, pero se le ofrece ayuda para el tratamiento de su problema.
La historia de Ryan presenta varias características de la adicción sexual. También refleja el ciclo de conductas en que los adictos de involucran y las posibles consecuencias de sus prácticas. En este capítulo se describen las características, los síntomas, el ciclo y las consecuencias de la adicción al sexo.
CARACTERÍSTICAS DE LA ADICCIÓN SEXUAL
Mala imagen de sí mismos
Los adictos al sexo como Ryan tienen una mala imagen de sí mismos. Se consideran personas malas y malvadas. Sin embargo, los conocidos pueden no tener thought de ello, ya que los adictos sexuales pueden hacer gala de valor, jactarse, vanagloriarse creerse superiores. Pueden parecer vanidosos y odiosos. El adicto al sexo que intenta convencer a las personas a su alrededor de lo maravilloso que es, en realidad está intentando de convencerse a sí mismo de que es una buena persona.
Algunos adictos al sexo interpretan el papel de mártires. Se perciben como malos y esto los lleva a creer que nadie en el mundo los quiere y que las cosas siempre saldrán mal. Pueden sentir que todos quieren aprovecharse de ellos, y que la única atención que pueden esperar recibir es la compasión de los que le tienen lástima. Su conducta es más que frustrante para sus familiares y amigos porque nunca están felices, no escuchan ni siguen ningún consejo constructivo, y siempre se quejan aunque esté disfrutando del éxito.
Los adictos al sexo compensan la pobre imagen que tienen de sí mismos procurando sobresalir. Piensan que si se les elogia por sus logros, se sentirán mejor con su persona. Sin embargo, todo lo que logren en la vida nunca les resultará suficiente para convencerlos de que son buenos. Estará siempre procurando un nuevo triunfo logro, y se convertirán en adictos a la euforia de ganar. Algunos pastores adictos al sexo son adictos a los elogios y la admiración, pero el alivio temporal debido a las felicitaciones por un buen sermón dura muy poco. Para la tarde del domingo ya estarán convencidos de que su maldad es innata.
También es posible que los adictos al sexo rindan menos de lo que podrían, y que nunca alcancen su pleno potencial. Creen que nunca serán nada en la vida y no se animan a correr riesgos por temor al fracaso. Prefieren vivir con la concept de que podrían haber alcanzado algo si lo hubieran intentado, y aducen: Si hubiera querido, podría haber estudiado derecho y hoy sería un abogado, pero las cosas no se dieron así”.
Los adictos al sexo pueden aparentar ser muy autosuficientes, porque en el fondo creen que, como nadie los quiere tal como son, nadie cuidará de ellos. En otras ocasiones para otras personas pueden parecer muy necesitados, como si nunca pudieran valerse por sí mismos.
La imagen negativa que el adicto al sexo tiene de sí los hace caer en depresiones crónicas. Una amplia mayoría —el setenta y uno por ciento de acuerdo a los estudios de Patrick Carnes— ha considerado la posibilidad del suicidio 1 Muchos lo han intentado, y algunos se han efectivamente suicidado.
Alteraciones del humor y escapismo
Barry tiene dificultad para dormir por la noche. Su trabajo es estresante; sus hijos son rebeldes; tiene preocupaciones económicas; y él y su mujer discuten todo el tiempo por los cheques y las tarjetas de crédito. Con frecuencia se encierra en el baño, de su casa de su trabajo, para masturbarse. Ahora, aparentemente, no puede conciliar el sueño si no mantuvo antes relaciones sexuales. Como su mujer la mayoría de las veces no desea tener sexo, él recurre a sus fantasías se masturba.
En la vida de la mayoría de los adictos sexuales, el sexo se convirtió muy temprano en la manera de sobrellevar las situaciones dolorosas. El placer que proporcionaba su sexualidad period quizás la única sensación agradable que conocían. El sexo se convirtió en un escape, en la manera de levantar el ánimo. Sentían que nadie hacía nada por ellos, y por lo tanto decidieron encargarse ellos mimos. El sexo period la manera que tenían de resistir.
Cuando el adicto sexual se convierte en adulto, el sexo sigue siendo un mecanismo de soportar el estrés y sirve para aliviar el dolor que sienten. Incluso la fantasía, sin llegar a una forma más directa de contacto sexual, puede tener un efecto tranquilizador en el adicto al sexo.
Se creen con derecho a su conducta
Cuando no hay estrés, el sexo puede ser considerado una recompensa. Puesto que los adictos al sexo creen que nadie se ocupará de ellos y que deben valerse por sí mismos, comienzan a sentirse resentidos. Mientras que en parte piensan que no merecen nada y que son malas personas, hay una parte más profunda e inconsciente de ellos que desea creer lo contrario. Tal vez se trate de su faceta espiritual, el conocimiento que tienen de su potencial para el bien, para relacionarse con el Dios que los ama.
Los adictos al sexo, sin embargo, no saben cómo recompensarse de manera saludable ni cómo reafirmar su estima. Expresan la ira y el resentimiento creyéndose con derecho a algo y razonan: Me merezco una premio”. Después de superar una situación estresante, de haber tenido un buen desempeño de haber realizado un buen trabajo, los adictos al sexo creen que se merecen una recompensa sexual.
Por ejemplo, un adicto al sexo tal vez esté soportando un matrimonio desgraciado un mal empleo. No hace nada al respecto porque entiende que, por cuestiones de moral por fidelidad, esa es su obligación. Sin embargo, también gesta el sentimiento de que para poder sobrevivir necesita recompensarse, y así mitigar su soledad y aislamiento. El sexo se convierte en su recompensa. Los adictos al sexo justifican sus conductas sexuales porque se creen con derecho a ellas.
Ingobernabilidad y esfuerzos por retomar el management
Un siquiatra en Carolina del Sur me refirió el caso de un paciente que era adicto a la pornografía. Se trataba de un hombre muy religioso que leía la Biblia todo el tiempo. Había intentado, infructuosamente, diversas maneras de abandonar su adicción a la pornografía. Al last, tomó un mandato bíblico al pie de la letra y se arrancó ambos ojos para no pecar más. Esta historia es un buen ejemplo de lo desesperado que puede estar un adicto por controlar sus conductas sexuales y lo infructuoso que pueden ser sus esfuerzos.
Los adictos al sexo desean contenerse pero no pueden. Prometen dominarse y recurren a diversas estrategias para poner fin a sus prácticas, de manera similar a los alcohólicos. Algunos incluso llegan a hacerse lesiones en sus genitales en otras partes del cuerpo como un intento por reprimir su conducta. Otros, en su desesperación, se vuelvan de lleno en una religión para abandonar su conducta. Un hombre se bautizó en cuatro iglesias en un intento por librarse de su deseo sexual.
Por lo general, esta religiosidad acaba en la frustración, la vergüenza y la desesperación. El adicto al sexo piensa: Me comporté mal, y ni siquiera la fe puede salvarme; por lo tanto, debo ser realmente una persona mala”. A menudo estas personas renuncian definitivamente a la religión. Ir a la iglesia les recuerda su fracaso, sienten que Dios no las ama lo suficiente como para librarlas de su lascivia.
Cuando los adictos al sexo intentan desesperadamente controlar su enfermedad, pueden lograrlo durante cierto tiempo. Esto se llama interiorización”, reprimirse” y más recientemente anorexia sexual”. La interiorización es el fenómeno inverso de la exteriorización. Se trata de un fenómeno muy significativo. Muchos adictos al sexo niegan su adicción porque han estado interiorizando reprimiendo sus deseos por períodos muy largos. Esta negación total de sus vivencias los obliga a suprimir su sexualidad. Algunos adictos al sexo si están casados pueden exteriorizar su sexualidad con ellos mismos con otras parejas, pero renuncian a las relaciones sexuales con su cónyuge. En mi práctica actual como consejero, tengo cuatro hombres que miran pornografía y se masturban pero que no desean tener relaciones sexuales con sus esposas.
Si creemos que el acto sexual es sagrado y una experiencia regular entre marido y mujer, la anorexia sexual no es aceptable. Implica negar al cónyuge el don divino de la sexualidad. Puede ser tentador creer que quienes se abstienen del sexo llevan una vida recta y pura. Esta línea de pensamiento se basa en el error de creer que cuanto más neguemos al cuerpo, más espirituales seremos. Tal cosa no concuerda con las enseñanzas del Antiguo ni del Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, el Cantar de los Cantares es literalmente una celebración de la unión sexual entre marido y mujer. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo enseña, a partir de 1 Corintios 7:3, que los esposos no deben negarse a tener relaciones sexuales entre ellos.
La interiorización puede estar basada en el temor cristiano de Dios. Sin duda que es bíblico temer a Dios de la misma manera que tememos a nuestros padres que nos aman; reconocemos su autoridad y sabemos que si fuera necesario, con amor, nos castigarán para reencaminar nuestros pasos. Aunque tal vez no lo comprendamos en su momento, el castigo procura corregirnos y rehabilitarnos. Proverbios 12:1 cube: El que ama la disciplina ama el conocimiento, pero el que la aborrece es un necio”.
Los cristianos adictos al sexo, sin embargo, pueden tener temor de Dios, pero no porque crean en la disciplina del amor de Dios, sino simplemente porque le tienen miedo. La interiorización puede ser su manera de manipular a Dios para que no los castigue. Reprimen el deseo sexual no para honrar a Dios porque le respetan, sino porque tienen el temor malsano de que Dios se enoje con ellos.
Este fenómeno tiene paralelismos con los trastornos en la alimentación (véase la figura 1). Los anoréxicos pueden interiorizar su trastorno, se niegan a comer para poder controlar su peso, su imagen corporal e incluso su sexualidad.
Es importante que los cristianos entendamos esto porque a veces los anoréxicos sexuales pueden usar su creencia cristiana para justificar su interiorización. En el error, disocian el espíritu del cuerpo porque creen que el cuerpo es intrínsecamente malo. Creen que si el espíritu pudiera liberarse” de los deseos y las tentaciones carnales, serían más aceptables para Dios. La negación de la sexualidad propia es vista como un comportamiento muy espiritual. Sin embargo, los cristiano debemos recordar que la Biblia cube que el cuerpo es una creación admirable” (Salmo 139), y tratarlo como si fuera inherentemente malo es negar el hecho de que fuimos creados a la imagen de Dios (véase la figura 1 a continuación).
Los adictos al sexo no cejan en su esfuerzo por renunciar a sus conductas sexuales. Algunos hasta se mudan a otra localidad, pensando que si están en otro medio dejarán de exteriorizar sus conductas. Las iglesias a menudo transfieren a los pastores que han exteriorizado su deshonestidad, pensando que no volverán a reincidir porque no soportarían el dolor de la vergüenza de ser descubiertos nuevamente. Sin embargo, no son raros los casos en que esta terapia topográfica” resulta, porque los adictos al sexo no saben cómo apaciguar de manera saludable la vergüenza y el dolor emocional que sienten, no saben cómo soportarlo si no es con el sexo.
El adicto al sexo a veces busca ayuda contándole a otra persona cuál es su problema, pero por desgracia nadie le cree, ni lo escuchan, ni lo comprenden. Los pastores pueden tomar estas conductas demasiado a la ligera y apresurarse a perdonar; pueden sermonear con rapidez sobre la necesidad de dejarlas. Los siquiatras y terapeutas tal vez justifiquen estas conductas sexuales diciendo que son normales. Como muchos terapeutas quieren relajar las rígidas actitudes morales con respecto al sexo e incentivar la idea del placer sexual, hacen oídos sordos a la angustia de los adictos al sexo cuando estos intentan explicar la imposibilidad de control su actividad sexual. El adicto al sexo, cuya familia desestima no comprende su conducta, ahora se enfrenta al dolor de ser ignorado por los profesionales a los que recurre en busca de ayuda.
La negación y el engaño psychological
Algunos adictos al sexo nunca han buscado ayuda, se han dado por vencidos. El temor a los juicios morales duros a las consecuencias sociales los hace guardar silencio y permanecer solos. Piensan: ¿A quién le podría contar? La gente se enojará conmigo, me rechazarán saldrán a gritos huyendo de la habitación, perderé mi trabajo, mi familia, mi prestigio social”. Estos temores crean una profunda necesidad de ocultar el secreto y provocan la desesperación de controlar su conducta. El temor a las consecuencias negativas y al rechazo, y la consiguiente necesidad de dominarse, abruman cada vez más al adicto. Si en alguna ocasión se les reprocha por su comportamiento, optan por negar sus conductas alegan que las pueden controlar: Si quisiera, podría dejar de hacerlo”.
A menudo los adictos intentan justificar sus conductas. Estaba solo. Mi esposa nunca desea tener relaciones sexuales conmigo. La gente siempre se aprovecha de mí. Me sedujo en un momento de debilidad”. En otras ocasiones, los adictos mienten: De ninguna manera, yo no hice eso. ¿De dónde sacó esa información? Está equivocado. ¿Por qué quiere hacerme daño?”.
Un mecanismo de negación es engañarse creyendo que el comportamiento adictivo no es en realidad tan malo dañino. Quienes nunca lo hayan experimentado pueden tener dificultad para imaginar hasta qué punto los adictos al sexo pueden convencerse. Tal vez se pregunten cómo puede huna persona incurrir en conductas pecaminosas, inmorales y delictivas. La respuesta es que posiblemente están bajo la thought ilusoria de que su hábito no es tan malo”, y que en realidad a ellos no los perjudica ni hacen daño a nadie.
Las personas en este estado de negación bajo estas falsas ilusiones pueden muy bien beneficiarse cuándo se las confronta con su comportamiento. Algunos tal vez necesiten sufrir las consecuencias de sus prácticas para comprender la naturaleza negativa y destructiva de sus acciones.
La tolerancia
El alcohólico tolera cada vez más alcohol, y por lo tanto, necesita más y más alcohol para que éste produzca el mismo efecto en su humor. El caso del adicto al sexo no es distingo, necesita exteriorizar su sexualidad cada vez más y con más frecuencia para obtener el mismo placer.
Terry frecuentaba bares para hombres homosexuales, los mismos eran bastante seguros y estaban ubicados en barrios respetables. Entablaba contactos con hombres amables con él. Llegó un momento en que se aburrió de esa rutina y comenzó a visitar barrios más peligrosos, donde se encontró con hombres más rudos. Estos encuentros eran físicamente arriesgados. La situación lo atemorizaba, pero a su vez lo excitaba.
El estado de excitación, en ocasiones producido por el peligro asociado al sexo, es un factor adictivo. Cuando una actividad se torna rutinaria, el adicto al sexo puede optar por modalidades más peligrosas excitantes. Esto puede ser tan simple como pasar de la masturbación en privado a la masturbación en lugares públicos, de tener aventuras amorosas con personas solteras a tener amoríos con personas casadas, de buscar parejas en sitios con relativa seguridad a buscarlas en sitios más peligrosos, también puede implicar una progresión a actividades sexuales ilícitas, como las descritas en el capítulo anterior.
Pérdida temporal de la conciencia
Kevin conoció a un individuo en un bar. Aunque quería ver la Serie Mundial en el lugar, se fue a la casa de este hombre y tuvieron relaciones sexuales. Más tarde en la noche, cuando se iba, se sorprendió al escuchar sirenas y ver mucha gente en la calle. Muchas luces estaban apagadas y reinaba el caos. Mientras tenía relaciones sexuales, la ciudad de San Francisco había experimentado uno de los terremotos más devastadores de toda su historia, pero él no había sentido ni el más violento de los temblores. Kevin es un buen ejemplo de lo intensa que puede ser la pérdida temporal de la consciencia. El estado de insensibilidad, lo que se llama clínicamente disociación”, hace que la persona no se entere en absoluto de la más patente realidad.
El alcohol a menudo provoca lagunas mentales, la incapacidad de recordar lo que sucedió. Los alcohólicos pueden despertar en lugares desconocidos y no saber cómo llegaron allí qué sucedió la noche anterior. Los adictos al sexo también sufren lagunas mentales cuando se involucran intensamente en su práctica. Ellos también se despiertan en camas de extraños y no saben cómo llegaron allí.
Las lagunas mentales ocurren por diversas razones. Muchos adictos al sexo beben alcohol, lo que les provoca la pérdida temporal de la conciencia. Otras veces, las experiencias producen tanto dolor emocional que la mente del adicto al sexo suprime la memoria; es una defensa natural. En otros casos, los mecanismos de negación y las concepts ilusorias son tan fuertes que el adicto puede negarse” a recordar.
La rigidez y la culpa
Felipe period seminarista, estudiaba para ser sacerdote, pero luchaba con la masturbación y la atracción gay. Su director espiritual le aconsejó que cada vez que tuviera una tentación sexual, recitara el rosario cinco veces para que la misma se fuera. No resultó. Intentó con otras oraciones y rituales, pero de nada le sirvieron.
El primer nombramiento ministerial de Felipe fue en una parroquia conservadora, en un barrio pobre y de inmigrantes. Los hombres acostumbraban a contar chistes sobre hombres homosexuales, y Felipe se reía para no revelar su propia orientación sexual. Una noche uno de los hombres comenzó a burlarse y a ridiculizar a un hombre que era amanerado para luego culpar a los homosexuales de todos los problemas del mundo. Si bien Felipe no estaba de acuerdo con mucho de lo que se decían, él también se indignó y fue crítico con la comunidad homosexual. Esta es una dinámica psicológica común: culpar a otros de los problemas que uno mismo experimenta, porque es más fácil enojarse con otros que con uno mismo. Felipe tenía miedo de que alguien descubriera su inclinación gay y le resultaba más fácil seguir la corriente que enfrentar en serio sus problemas. Sus rituales religiosos habían fracasado, y se sentía muy solo y aislado.
En los intentos desesperados de los adictos al sexo por dejar sus prácticas, muchos recurren a fórmulas, como lo hizo Felipe. Suponen que hay una manera buena de hacer las cosas y otra manera mala, y que si solo pudieran encontrar la fórmula correcta, entonces dejarían de exteriorizar sus deseos sexuales. Esta forma de pensar considerando los extremos los lleva a asumir posturas rígidas. En opinión de los adictos, hay gente buena y gente mala, grupos buenos y grupos malos, y los adictos están desesperados por pertenecer al bando de los buenos. En su afán por asociarse con gente buena y estar en el lado debido, el adicto puede tener prejuicios contra quienes no pertenecen a ese grupo e indignarse con los de afuera”. Si no fuera por ellos, yo estaría bien y el mundo sería mejor”. Esta es una actitud de soberbia.
La soberbia los lleva a culpar a otros. Otras personas, instituciones hechos pueden representar la impropiedad, y por lo tanto, se las hace responsables de las cosas malas que pasan. Todo es culpa de ellos”, puede decir un adicto al sexo. Si él ( ella) no me hubiera seducido, no hubiera tenido esta aventura amorosa”.
El adicto al sexo suele acudir en busca del grupo religioso que lo libre de su lascivia. El hombre que se bautizó cuatro veces pensaba que todavía no había encontrado la iglesia correcta”. De lo contrario, uno de esos bautismos hubiera resultado y se habría librado de su lujuria. Algunos adictos cristianos creen que Dios los transformará por obra de magia en personas que nunca más serán tentadas con el sexo. Desde el punto de vista teológico, es elemental corregir esta expectativa errónea. Si Dios quitara todas las tentaciones que hay en el mundo, sería el fin del libre albedrío. La Biblia también nos enseña que las tentaciones son oportunidades para tomar decisiones moral, y con ello, salir fortalecidos. Santiago cube: Considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia” (Santiago 1:2-three).
La codependencia
Paco period adicto a los salones de masajes. Al principio deseaba encontrarse con mujeres jóvenes y muy atractivas. Con el tiempo, comenzó a elegir prostitutas mayores, que se parecían a su madre. También comenzó a darse cuenta de que prefería las caricias al orgasmo. Paco buscaba una madre. Cada vez que se retiraba de un salón de masajes, se sentía frustrado y defraudado, pero siempre regresaba, no cesaba en su búsqueda.
Judy se crió en un hogar cristiano muy estricto. Cuando su padre estaba en casa, tenía mucho trabajo, asistía a muchas reuniones en la iglesia, y tenía poco tiempo para Judy. Period estricto, a menudo irascible, y muy crítico. Cuando Judy creció tuvo un compañero tras otro. Necesitaba desesperadamente la aprobación de los hombres. Haría cualquier cosa por ellos, y si eso implicaba tener relaciones sexuales, pues bien. Poco a poco se dio cuenta de que solo necesitaba tener sexo para relajarse para sentirse temporalmente bien. Los hombres se aburrían de la relación y la abandonaban. Todas las veces, después de amargarse mucho, volvía a buscarse otro hombre. Ha estado casada cinco veces y ha tenido muchísimos amoríos.
Estos dos casos sirven para ilustrar que Paco y Judy además de ser adictos al sexo son codependientes. Están buscando cuidado y afecto y creen que lo encontrarán en otra persona. El término codependencia se usó en un principio para referirse a quienes vivían con un alcohólico y toleraban su conducta. Dependían del alcohólico, y por lo tanto, codependían del alcohol. Desde entonces, el campo de la codependencia se ha ampliado para reconocer la ansiedad de los codependientes y su desesperación por conseguir el amor y la aprobación. Su necesidad es tanta que solo así pueden tolerar las conductas adictivas y disfuncionales de otra persona, y están dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de conservar ese cuidado y afecto. La ansiedad de un codependiente los obliga a ser una víctima a controlar el comportamiento ajeno. Cualquiera sea la estrategia, lo que intentan es manipular el amor y la aprobación de la persona de quien dependen. A los codependientes les aterra la posibilidad de que una persona los abandone. En nuestros estudios con los adictos al sexo hemos descubierto que desde el punto de vista emocional, también son codependientes.
Los adictos al sexo anhelan recibir el cuidado y el afecto que nunca tuvieron. Sienten que no merecen este cuidado, pero lo necesitan para llenar los tremendos vacíos que sienten. En su búsqueda de este tipo de relación, se vinculan con personas que representan para ellos esta conexión y pasan a depender completamente de ellas. La codependencia afecta la manera en que los adictos al sexo se relacionan con las personas. Sacrifican su persona, sus intereses y sus valores para poder agradar a otros.
Dificultades en las relaciones personales
La adicción sexual es un trastorno de la intimidad. Los adictos al sexo no pueden volverse emocionalmente vulnerables con otras personas. Nunca le contarían a alguien cómo se sienten de verdad, porque tal vez ni ellos mismos lo sepan. En common, sus sentimientos son dolorosos y procuran evitarlos a toda costa.
Los adictos al sexo tienen enorme dificultad para relacionarse de manera profunda y personal con otros. Pueden mentir para encubrir sus conductas, engañarse y engañar a otros acerca de cómo son, y suelen llevar una doble vida: una vida conocida por todos y una vida secreta que solo ellos conocen. Estos factores no sirven para crear relaciones significativas. El adicto al sexo a quien menos le hará saber cómo se siente es a quienes más teme perder. Teme que sus seres queridos los rechacen abandonen si lo conocieran realmente.
Una característica de la doble vida que llevan los adictos al sexo es su capacidad de expresar algunos de sus sentimientos a los extraños, y sin embargo, ser incapaces de mencionar el tema a las personas más allegadas. Como consecuencia, el cónyuge, los familiares, y otros que quisieran ayudarlo pero no pueden, se irritan, y más cuando ver cómo los adictos al sexo hablan de su problema con cualquiera. Lo que pasa es que los adictos sexuales no tienen temor a que el extraño los abandone.
Las relaciones personales del adicto al sexo suelen ser tormentosas y a menudo fracasan. Aun cuando el adicto sexual sea muy dependiente de su pareja, la relación suele ser breve y superficial. Esta dinámica de codependencia suele llamarse implicación emocional”. Un adicto al sexo puede aferrarse con desesperación a una persona, procurando amor, atención y aprobación: Si me dejas, me moriría”.
La implicación emocional puede ser dramática, pero no es un vínculo íntimo profundo. Los adictos al sexo pueden implicarse y depender de alguien que está desesperado por ellos porque de esa manera se sienten necesitados. bien pueden implicarse con personas que los cuidan, y pueden entonces sentirse libres para ser irresponsables.
Para poder llevar una doble vida secreta, los adictos al sexo no desean dar cuenta de su tiempo. Mienten acerca de dónde estuvieron y a quién vieron. Les gusta disponer de tiempo libre y empleos poco estructurados, porque de ese modo son independientes para escaparse y mantener sus actividades adictivas. También gastan dinero en su persona y en su actividad adictiva y no les agrada tener que explicar en qué lo utilizaron. Los adictos al sexo, además de gastar en sus actividades sexuales, también pueden ser consumidores compulsivos de otras cosas.
Los adictos al sexo se escabullen”. Tienen muchos conocidos pero pocos amigos. Pueden ser el alma de la fiesta pero nadie los conoce. Pueden tener una maravillosa reputación, pero mucho quedarían azorados si conocieran sus gustos sexuales. Eluden los compromisos para así poder tener la libertad de proseguir con su estilo de vida adictivo.
Muchos adictos al sexo experimentan lo que se denomina fobia sexual”, parecen odiar al sexo masculino al sexo femenino. A los hombres que descargan su compulsión sexual con mujeres, por ejemplo, se les puede acusar de odiar a las mujeres, en specific si el acto sexual es explotador, violento manipulador. Sin embargo, los adictos al sexo no odian en realidad a todos los hombres ni a todas las mujeres. En verdad, culpan a las mujeres a los hombres del abuso que sufrieron en la infancia. Si el hombre fue maltratado de niño, cualquier hombre futuro puede asumir los atributos del agresor unique. La ira que sienten contra el agresor unique se descarga contra la persona del momento, en un proceso llamado proyección”. Los sentimientos de relaciones anteriores se proyectan en las nuevas personas y las nuevas relaciones.
La ignorancia sexual y la confusión
Los adictos al sexo, a pesar de tener muchas experiencias sexuales, pueden no saber mucho acerca de la sexualidad. En realidad, pueden tener mucha desinformación falta de información. Por lo basic, los adictos al sexo se criaron en familias en las que se soslayaban los temas sexuales. Cuando se tocaba el tema del sexo, las breves conversaciones casi siempre estaban cargadas de mensajes negativos, plagados de los peligros que entrañaba la inmoralidad sexual, y nunca se planteaba el lado positivo, sano y espiritual de la sexualidad. Esta enseñanza negativa combinada con la ausencia de enseñanza positiva producía una corriente subyacente de tensión con respecto a la sexualidad. El sexo period algo prohibido”. Cada uno quedaba librado a descubrir lo que pudiera por su propia experiencia, incluida la pornografía, de aprender de enseñanzas culturales erróneas e inmorales.
El sexo prohibido despierta la curiosidad y la excitación, un impulso pure cargado de adrenalina que muchos sentimos hacia todo aquello que conocemos poco. En la adolescencia, cuando se desarrollan naturalmente los sentimientos sexuales, podemos asustarnos de sensaciones que son absolutamente normales. Dada nuestra fascinación cultural con la sexualidad, puede ser una etapa de mucha confusión.
Si los adictos al sexo sufrieron abuso sexual cuando niños, por parte de un padre u otro miembro de la familia, el vínculo más importante con esa figura paterna familiar fue sexual. Se supone que los padres deben amar a sus hijos, y si los padres sedujeron al niño, la conclusión es que esa debe ser la manera en que un padre ama a sus hijos. Es una idea errónea, pero recuerden que se trata del pensamiento de un niño. El niño al crecer puede ser un adicto sexual que equipara el sexo con el amor.
El acto sexual con uno de los padres infunde temor y es doloroso. El adicto al sexo puede creer que las relaciones sexuales solo pueden darse si están rodeadas de misterio, maldad, incomodidad y peligro. En realidad, el Dr. Patrick Carnes ha dicho que el adicto cree que para que el sexo sea bueno, tiene que ser malo”.
Las adicciones cruzadas
De adolescente, Beto bebía alcohol con sus amigos para relajarse antes de tener una cita. Con los años, se dio cuenta de que el alcohol le permitía ser más agresivo con las mujeres y que de esa manera conseguía lo que quería: tener sexo con ellas. Aunque se había casado, continuó teniendo amoríos y su alcoholismo empeoró.
La esposa de Beto, que no sabía nada de las otras mujeres, le exigió que dejara la bebida. Beto hizo un tratamiento para alcohólicos y asistía regularmente a las reuniones de Alcohólicos Anónimos (AA). Aunque se mantuvo sobrio por año, continuó teniendo aventuras amorosas, a veces con otras integrantes del grupo de Alcohólicos Anónimos. Cuando le contó al líder del grupo de apoyo acerca de sus amoríos, el hombre se rió y le dijo a Beto que podía hacer cualquier cosa con tal de dejar la bebida.
Muchos adictos al sexo tienen adicciones cruzadas: son adictos a otras conductas sustancias. El sexo es su actividad adictiva primaria, pero no la única. Muchos adictos al sexo en tratamiento, como Beto, ya se están recuperando del alcoholismo. Algunos han estado sobrios durante años. Tal vez incluso pensaron que si lograban abstenerse del alcohol y de las drogas, también podrían dejar sus actividades sexuales. Por desgracia, sin embargo, su comportamiento sexual empeoró con la sobriedad alcohólica.
Algunos, a pesar de lograr la sobriedad sexual”, no pueden dejar de comer compulsivamente, muchos engordan, otros fuman muchísimo, son compradores jugadores compulsivos, no pueden dejar de mirar televisión. La lista de posibilidades es ilimitada. Recuerdo una conversación con un hombre que en un mes alquiló sesenta movies, aptos para todo público.
Los adictos al sexo se valen de conductas compulsivas adicciones para huir de sus sentimientos. Muchos tienen varias adicciones principales y una larga lista de adicciones secundarias. El Dr. Carnes descubrió en sus estudios que cuanto más grave haya sido la violencia infantil, más probabilidad habrá de que el adicto al sexo presenta adicciones múltiples 1 Tiene sentido. Cuanto más dolorosa haya sido la experiencia en la niñez, más vías de escape necesitará el adicto para mitigar su dolor.
En la recuperación, los adictos al sexo pueden manifestar dificultades con otras adicciones, y puede que haya cuestiones emocionales y espirituales importantes pendientes. Si la compulsión sexual es la manera primaria que el adicto usa para eludir estas cuestiones emocionales y espirituales, cuando abandone su práctica sexual las otras cuestiones saldrán a la superficie. Los adictos, antes de tratar la adicción propiamente dicha, deben aprender a enfrentar de manera saludable estas cuestiones emocionales y espirituales.
Los adictos al sexo tal vez se pregunten: ¿Cuándo podré librarme de mis adicciones?” Luchar con muchas conductas adictivas puede ser descorazonador, porque podría sufrirse lo que se llama trastorno de la personalidad adictiva” 2 La gente con personalidad adictiva, si se descuida, puede exagerar la práctica de cualquier conducta el consumo de sustancias, y adquirir fácilmente una adicción.
Los trastornos de la atención, la depresión y la ansiedad
El adicto al sexo puede sufrir además diversos trastornos mentales clásicos. Algunos de estos trastornos pueden ser manifestaciones de los mismos factores que facilitaron la adicción, y otros pueden ser el resultado de problemas genéticos relacionados con la neuroquímica del cerebro three En esta sección se reseñan tres de las condiciones de salud mental que más afectan a los adictos: los trastornos de la atención, la depresión y la ansiedad.
En un estudio reciente, que abarcó a más de cien adictos al sexo, alrededor de setenta por ciento manifestada el trastorno de déficit de la atención (TDA). El TDA representa un conjunto de trastornos relacionados con la atención, la distracción y la organización. Las personas que sufren de TDA, debido a un origen genético al medio, pueden tener una mala regulación de las sustancias químicas cerebrales que intervienen en la transmisión y organización de los pensamientos. Una de estas sustancias, la dopamina, se considera como uno de los factores primarios de este problema. Hay diversas actividades y sustancias, como la cafeína, la nicotina y la adrenalina que pueden elevar los niveles de dopamina. El peligro y las disaster estimulan la liberación de adrenalina, y por ende, de la dopamina. Las actividades sexuales y las fantasías también pueden elevar los niveles de dopamina.
Esto implica que los cerebros que necesitan más dopamina son aquellos que necesitan más estimulación. Las personas adictas al cigarrillo, a la cafeína, al juego (una actividad peligrosa y riesgosa) y al sexo a menudo me dicen que están aburridos. Sus cerebros necesitan más estimulación. Esto sirve para comenzar a explicar por qué muchos adictos tienen más de una adicción. Pueden ser adictos a cualquier sustancia actividad que eleve los niveles de dopamina y proporcione la estimulación que desean. Es increíble el impacto beneficioso que el tratamiento médico de los problemas de la atención puede tener sobre los adictos al sexo que intentan controlar sus conductas sexuales.
La ansiedad y la depresión pueden rastrearse hasta conflictos en el pasado, pero también pueden ocurrir debido a desequilibrios químicos en el cerebro. Las consecuencias del pecado sexual pueden provocar ansiedad y depresión, pero también los desequilibrios químicos pueden hacer que la persona busque desahogarse a través de la actividad sexual. Entonces, a pesar de que los pecados sexuales pueden producir ansiedad y depresión, el adicto que busca alivio igualmente pude considerarlos una solución. Este pensamiento cíclico conduce a lo que se conoce como el ciclo de la adicción sexual.
EL CICLO DE LA ADICCIÓN SEXUAL
Las conductas y características de la adicción al sexo pueden entenderse por medio de lo que el Dr. Carnes ha descrito como el Ciclo de la adicción sexual”.
El adicto al sexo, como todos los adictos, se siente avergonzado y procura huir de este sentimiento por medio de la actividad sexual adictiva; no obstante, ese comportamiento, a su vez, exacerba la vergüenza que siente. El adicto al sexo se ve envuelto así en el ciclo de escapar de la vergüenza recurriendo a una adicción, lo que a su vez exacerba la vergüenza. Es necesario entender este ciclo para recuperarse de la adicción al sexo.
El ciclo de la adicción sexual comienza por la preocupación. En vez de admitir y experimentar la vergüenza, el dolor y la soledad, el adicto al sexo comienza a pensar en tener relaciones sexuales. La preocupación se asocia a las fantasías sexuales, una de las conductas básicas de la adicción al sexo.
La preocupación de por sí ya produce sensaciones placenteras y excitantes, y reanima al individuo, lo que le permite evitar las sensaciones negativas. Puede recurrir a este comportamiento a cualquier hora del día, cualquiera sea la situación. El adicto al sexo a menudo pareciera que no está concentrado en el presente, como si estuviera preocupado con otras concepts.
La preocupación, además, despierta el deseo de exteriorizar sus pensamientos, pero antes de que pueda darse la exteriorización, el adicto al sexo necesita un plan. Esta fase del ciclo de la adicción al sexo se llama el ritual. Hay tantos rituales como adictos al sexo y los rituales pueden ser desde muy simples hasta muy complejos.
El adicto al sexo puede llegar de noche a su casa, tomar la guía de programación televisiva, buscar una película erótica, y mirarla. En el trabajo, el adicto puede ir al baño para masturbarse. Otros pueden ir al banco para retirar dinero y luego round por las calles de los barrios donde puedan comprar sexo. Cuando viaja, el adicto puede llamar por teléfono a los salones de masaje para averiguar los precios. Muchos adictos al sexo tienen listas de parejas disponibles, a las que basta llamar, visitar, localizar de algún otro modo para tener relaciones sexuales.
Los rituales pueden durar de cinco minutos a cinco horas. Algunos adictos al sexo viajan muy lejos para adquirir pornografía y no la miran hasta regresar a sus hogares. Algunos organizan viajes detallados y tienen contactos en todo el país en todo el mundo. En ocasiones, el ritual implica comprar productos inocentes” que luego se usarán en la exteriorización. Sé de un adicto al sexo que siempre compraba sábanas de plástico para cubrir su apartamento, para que no se manchara” con su actividad sexual.
El conseguir una nueva pareja crea rituales que pueden durar meses años. Un hombre puede conocer a una mujer, y al principio, solo entablar una conversación, contándole algunos chistes con inferencias sexuales. Si ella se ríe, con el tiempo, la conversación puede tener siempre algún tipo de broma provocativa. Luego él la invita a almorzar, y la charla gira en torno a detalles más íntimos de la vida de cada uno.
Llegado este punto en el ritual, los dos se consideran amigos. Disfrutan la compañía mutua pero comienzan a sentir cierta excitación y deseo sexual. Quizás después de años de su primera conversación, al last tienen una relación sexual. Cuando finalmente tienen sexo, el adicto sexual puede creer que sucedió de repente, que fue espontáneo. Esto es absurdo. Él ella han estado procurando esta experiencia desde que se conocieron.
Como las fantasías en la fase de preocupación, los rituales pueden ser excitantes en sí mismo. Puede ser la excitación del romance cuando se descubre un nuevo compañero compañera. quizás la excitación de descubrir una nueva forma de pornografía un salón de masajes que ofrezca ciertas técnicas que el adicto al sexo nunca haya experimentado. Algunos ciclos de la adicción al sexo implican riesgos, como frecuentar bares en barrios peligrosos encontrarse en secreto con parejas potenciales. El peligro y la excitación estimulan la liberación de adrenalina, la que a su vez es adictiva.
Una vez que los adictos al sexo pasaron a la etapa del ritual, es casi inevitable que seguirán a la siguiente etapa: la exteriorización de sus deseos. Con anterioridad expliqué diversos tipos de exteriorización de la sexualidad. La exteriorización no aparece de pronto, como una tormenta de verano, consciente inconscientemente la idea ya estaba subyacente en la preocupación y en el ritual. Cuando los cristianos le dicen al adicto al sexo: Deja tus conductas sexuales”, tienen que estar dispuestos también a ayudarlo a abandonar sus ideas y la planificación.
La adicción al sexo parece ser tan ingobernable porque la exteriorización aparentemente sucede porque sí”. El adicto al sexo debe comprender que esto no es cierto. Hace poco, un adicto me describió un viaje a una ciudad que quedaba lejos. Al llegar, se subió a un coche de alquiler, retiró dinero de un cajero automático, y luego fue a un salón de masajes. Cualquiera diría que el auto tenía un piloto automático”, dijo. Le pregunté cuándo se enteró que iría a esa ciudad. Me respondió que lo sabía con meses de antelación. ¿Había estado antes en esa ciudad? Sí. ¿Conocía ese salón de masajes? Sí. ¿Cuándo comenzó a pensar en la posibilidad de volver a visitar el salón? Me dijo que varias semanas antes de viajar. En realidad, la thought de volver a visitar el salón de masajes había estado presente desde hacía semanas, se había asegurado de tener dinero suficiente en su cuenta, ¡y de tener un coche esperándolo para que lo trasladara! Esta exteriorización no se desenvolvió minuto a minuto, llevó varias semanas.
Después de la exteriorización, la etapa remaining del ciclo es la angustia. El adicto al sexo deseaba abandonar su comportamiento, pero ha vuelto a fracasar. Una vez más, se involucró en una actividad vergonzosa y ahora se siente débil, pervertido y desamparado. Está ansioso porque teme que lo descubran, y se hunde en una profunda depresión.
La angustia es una forma de depresión. Muchos adictos al sexo sufren de depresión, aunque no lo sepan. Las personas a su alrededor sabe que a veces están de mal humor, y tal vez hasta les hayan preguntado el por qué. Los adictos al sexo, como han aprendido a no expresar sus sentimientos, si se les pregunta, negarán su malestar. También tienen mucha tolerancia al dolor y ellos mismos se rehúsan a admitir que se sienten mal.
Este grado de depresión puede acarrear otros problemas, como el insomnio, comer en exceso la inapetencia, la falta de concentración, la irritabilidad y los cambios bruscos de humor. La mayoría de los síntomas de la depresión se manifiestan somáticamente con dolores de cabeza, dolores de espalda, cansancio y problemas estomacales. Las defensas bajas y las infecciones e incluso el cáncer pueden también ser resultado de una depresión crónica. Me animaría a decir que la mayoría de las consultas médicas son el resultado de síntomas físicos asociadas a la depresión.
Finalmente, la etapa de la angustia desemboca en ideas de suicidio. La vergüenza y la desesperanza son tan profundas que la única salida parece ser la muerte. Si la adicción al sexo es efectivamente una enfermedad, la consecuencia closing de las enfermedades no tratadas es la muerte.
La angustia puede estar a su vez acompañada de ira y de reproches. Es culpa de Dios, otra vez no me ayudó”. Fue culpa de ellos, me volvieron a seducir”. La culpa la tiene mi esposa. Si tuviera actitudes más sexuales conmigo, esto no pasaría”. Si pudiéramos deshacernos de los proxenetas, los productores de pornografía y las prostitutas, yo no tendría problema”. Para el adicto al sexo, siempre le resultará más fácil controlar a los demás, incluyendo a la cultura, que a sí mismo.
SÍNTOMAS OBSERVABLES
Aunque los adictos al sexo procuren ocultar su comportamiento, suelen exhibir algunos síntomas fáciles de observar. Las personas que viven trabajan van a los cultos religiosos con un adicto al sexo pueden advertirlos. Si conoce alguien que manifiesta estos síntomas, esa persona tal vez necesite ayuda y posiblemente no tenga las fuerzas y los medios para solicitarla.
Mientras lee acerca de estos síntomas, evite caer en conclusiones rápidas sobre la conductas de sus conocidos. Algunos de estos íntomas pueden también señalar otras adicciones problemas emocionales.
A continuación, presento una lista breve de doce síntomas presentes en la adicción sexual:
Preocupación con las conductas sexuales
El adicto al sexo está en principio muy interesado por sus propias fantasías sexuales. Su interés lo lleva a procurar la expresión sexual de sus fantasías. Dedica más y más tiempo a su preocupación hasta que llega a un punto en que los pensamientos y las actividades sexuales constituyen el principio rector de su vida.
Hay diversas maneras de observar este síntoma. ¿Hay algún tipo de pornografía presente? ¿Mira la persona movies sexualmente explícitos? ¿Deja los videos pornográficos tirados por ahí? ¿Se fija señala los lujares relacionados con la actividad sexual, como podrían ser las librerías, los salones de masajes, los bares con strip-tease? ¿Mira de reojo a las personas atractivas? ¿Pareciera ser que su conversación siempre se centra en la actividad sexual?
Si usted es el compañero compañera sexual de esta persona, ¿le pide constantemente tener sexo? por el contario, ¿no desea tener cuidado del cabello sexo nunca? ¿Se queja porque no tienen demasiadas relaciones sexuales pide prácticas sexuales que a usted no le agradan?
Estas son algunas de las señales más obvias. De manera más sutil, si usted vive con un adicto al sexo, quizás siente una atmósfera” cargada de energía sexual. Aunque no conozca las actividades sexuales que su pareja practica, quizás intuya que algo no anda bien.
Patrones progresivos de actividad sexual
La adicción sexual es una enfermedad degenerativa, y la frecuencia grado de la actividad aumenta con el transcurso del tiempo. Por ejemplo, puede parecer normal ir a ver películas pornográficas, ya que mucha gente las mira. En las primeras etapas, los adictos al sexo pueden leer las críticas de las películas para determinar cuáles tienen escenas sexuales. Luego pasan a alquilar este tipo de películas eróticas. A continuación, comienzan a mirar películas pornográficas, y luego pueden comenzar a frecuentar lugares más peligrosos para encontrar pornografía fuerte.
Los patrones progresivos pueden ser tan diversos como los adictos al sexo. Pueden ser breves largos y tener diferente intensidad. Recordemos que el adicto al sexo puede pasar períodos largos sin exteriorizar su sexualidad. Puede engañarse y engañar a otros y creer que ha logrado dominar su enfermedad. Las conductas más graves pueden alternarse con otras más leves. En realidad, el adicto al sexo puede practicar conductas menos graves para no incurrir en formas más graves, recompensarse” con prácticas menos graves para no cometer perversiones. De esta manera, se convence de que su enfermedad no se está agravando. Un análisis ultimate, en cambio, nos muestra que la exteriorización es progresiva y siempre se agrava.
Conductas distantes retraídas
Con el incremento de la actividad sexual, el adicto al sexo se vuelve distante y retraído porque está preocupado por su actividad erótica, la culpa, la vergüenza y el temor a que lo descubran. No está presente desde el punto de vista mental, y a menudo, tampoco está físicamente presente. Puede parecer distante frío, aun irritarse si se le pregunta en qué piensa. Si se indaga sobre qué le pasa, negará tener problemas. Cada vez más, su desatención irá en detrimento de su trabajo, actividad, intereses y relaciones.
Depresiones y cambios de humo
El adicto al sexo puede alternar depresiones con excitaciones, hasta sentirse eufórico. En el ciclo de la adicción al sexo, al carácter retraído de la preocupación le sigue la excitación del ritual de la cacería, el placer de la exteriorización, y luego la angustia la vergüenza. Si se le pregunta acerca de estos cambios de humor, elaborará negaciones detalladas, y tal vez hasta se enfade.
La irritabilidad
El adicto al sexo procura evitar sus sentimiento y no ser descubierto y para ello levanta defensas enormes. Si alguien le pregunta algo que se acerca demasiado a la verdad pone en duda su historia, el adicto puede irritarse mucho. Su comportamiento lo lleva a enojarse consigo mismo y con los demás. Los abusos del pasado también generan indignación y resentimientos ocultos. Cualquier cosa que le recuerde ese pasado puede hacerlo estallar de manera desmedida con relación a la importancia relativa del hecho. Preguntas simples, hechos intrascendentes afirmaciones elementales pueden inducir una reacción de enojo que nos sorprenda porque no guarda proporción con el hecho que la desencadenó.
Abuso de sí mismo de otros
Si el adicto al sexo sufrió maltrato, quizás maltrate a otros. Si en la niñez no le hablaban, ahora no habla con los demás. Si le gritaban y lo insultaban, ahora grita e insulta a otros. Si lo sermoneaban, ahora sermonea. Agrede a los demás, como lo agredieron a él a ella. Las víctimas de este maltrato pueden creer que este comportamiento es aceptable, pueden sentir demasiado miedo vergüenza para enfrentarse con sus sentimientos.
Los adictos al sexo también pueden maltratarse. Sus hábitos personales y de higiene, la alimentación, el tabaco y la bebida pueden molestar a todas las personas a su alrededor. Pueden involucrarse en cualquier actividad y probar cualquier sustancia por compulsión. Conocí a un adicto al sexo que masticaba tres paquetes de chicles mientras hacía tres horas diarias de ejercicio físico.
Muchos adictos al sexo cuentan detalles íntimos de su vida a extraños, sin entrar en detalles sexuales. Un obispo católico me contó de un sacerdote que tenía a casi todos sus feligreses convencidos de que eran el confidente personal de este sacerdote. Cuando descubrieron su comportamiento sexual, todos se escandalizaron y se sentían culpables por no haberse dado cuenta. Los adictos al sexo se ganan a la gente haciéndole creer que les cuentan confidencias. Tienes muchos conocidos y muy pocos amigos.
Resistencia a la supervisión a la crítica
Como gran parte de sus conductas diarias son secretas, el adicto al sexo es un tanto reacio a la crítica, aunque sea constructiva. Puede ser que conviva con personas que quisieran verlo corregir su conducta y que lo critican cada vez más abiertamente, para que cambie. Esto solo sirve para que el adicto al sexo se retraiga más, porque no desea que nadie cuestione sus conductas sexuales.
El humor sexual
El adicto al sexo puede recurrir al humor sexual todo el tiempo. Siempre tiene una actitud provocativa (que muchos consideran acoso sexual) se la pasa contando chistes sexuales. El adicto al sexo enfoca sexualmente casi todas las situaciones y le resultan divertidas. Las bromas sexuales pueden emplearse para conseguir parejas sexuales nuevas. El adicto al sexo juzga la reacción de la persona que escucha su broma sexual, y si esa reacción es favorable la interpreta como una invitación para avanzar en la seducción.
El adicto al sexo es un maestro en el uso del doble sentido: las palabras frases que pueden tener dos significados, uno de los cuales tiene connotación sexual. Si alguien dice una frase que tiene dos interpretaciones, el adicto al sexo sonreirá y puntualizará la interpretación sexual. Si alguien dice: Pudo acabar justo a tiempo esta mañana”, el adicto al sexo puede interpretar que se trata de una referencia al orgasmo y hacer un comentario provocativo al respecto.
Conductas sexuales impropias insinuaciones
Si sabemos qué buscamos podemos reconocer un adicto al sexo en una fiesta, en el supermercado, incluso en la iglesia. Cuentan chistes sexuales, tocan a las personas de una manera impropia, abrazan muy efusivamente, y miran, están continuamente mirando. Su mirada va de aquí para allá: captan todo lo que sucede y siguen a las personas atractivas con la mirada.
Algunos adictos al sexo son muy discretos. Se nos acercan y comienzan a hablar de temas sexuales. Un día la recepcionista de un membership deportivo me dijo que un hombre se le había acercado y, sin preámbulos, la había invitado a acompañarlo a su casa. Hay maneras más indirectas de insinuarse, y los adictos al sexo pueden ser muy creativos.
Con la evolución de la enfermedad, las conductas sexuales impropias se agravan. La esposa de un pastor me refirió cómo su marido al principio la llevaba a ver películas pornográficas. Luego compró una cámara de video y quería filmarla desnuda. Luego quiso filmarla seduciendo a otros hombres. Cuando ella se negó, él se enojó y la agredió. Ella lo dejó, pero él nunca recibió ayuda. Lo extraño de estas historias es todo el tiempo que un ser querido puede esperar antes de cuestionar el comportamiento de su pareja. Es posible ver indicios si nos remontamos a los primeros tiempos en la relación. La evolución de la enfermedad implica que las consecuencias serán cada vez peores.
Los cónyuges deben saber que el adicto al sexo se sentirá cada vez más frustrado con la actividad sexual en el matrimonio. Pueden evitar del todo las relaciones sexuales debido a su frustración como resultado de la actividad sexual fuera del matrimonio. El adicto al sexo exigirá cada vez más relaciones sexuales determinado tipo de actividad sexual, puede que pierda el interés en el sexo.
El cónyuge falto de información puede sentirse culpable por no poder cumplir su obligación” matrimonial, sentir enojo repulsión por las exigencias. A la pareja cristiana le resulta difícil enfrentar las exigencias sexuales impropias dentro del matrimonio porque los cónyuges creen que su deber es ser sumisos. Sin embargo, necesitan afirmar su derecho a tener normas y preferencias sexuales.
El cónyuge informado sabe que no habrá suficiente actividad sexual atractivo alguno que satisfaga a un adicto al sexo activo. Aun cuando el sexo dentro del matrimonio parezca bueno, él ella pueden no darse cuenta de la frustración de su pareja, porque el adicto al sexo no sabe cómo expresar su frustración en palabras.
Dificultades ocupacionales, sociales, familiares, profesionales y legales
A media que la enfermedad avanza, se requiere más tiempo para pensar y conseguir sexo. Esto implica menos tiempo para dedicar al trabajo, a la vida social, a la familia, a las responsabilidades profesionales, a la cualquier otra obligación. El desinterés por estas actividades es prueba de que la energía se pierde por otro lado. La persona preocupada debería exigir saber lo que pasa. Los miembros de la familia tienen derecho a saber porque son las víctimas.
Si se deja de lado el trabajo, puede perderse el empleo y el ingreso. Pueden perderse las amistades las relaciones sociales. La falta de ética puede llevar a la pérdida del título profesional a la inhabilitación para ejercer la profesión. Si hubo conductas delictivas, el adicto al sexo puede ser arrestado y podría ser procesado. Muchos adictos al sexo restan importancia a los arrestos, y como por buscar una prostituta, diciendo que se trató de un hecho aislado y que no volverá a suceder. ¡No se deje engañar! Estos arrestos casi nunca son casos aislados. Lo más possible es que formen parte de un patrón de conducta de muchos años.
Antes de que el adicto sufra grandes pérdidas y pague las consecuencias, esté atento a las señales que muestra que este tipo de persona está ignorando sus obligaciones, deberes, trabajo y relaciones. De determinar que se trata de una adicción al sexo, tal vez usted no pueda ayudar al adicto. Algunos necesitan tocar fondo antes de decidirse a pedir ayuda.
La intuición
Este último síntoma se observa no en el adicto al sexo sino en quienes se relacionan con él ella. Preste atención a su propia intuición. Deb, mi esposa, lo llama ser un observador cauto”. Esto implica tomar en serio sus propios sentimientos y percepciones, y no ser muy duro con usted por haberlos pasado por alto en el pasado. La mayoría de los cónyuges, jefes, pastores amigos del adicto al sexo intuyen que algo anda mal. Esta intuición puede asumir diversas formas puede limitarse a ser una combinación de impresiones a partir de ciertos hechos. Los amigos y la familia pueden pensar que se les oculta algo que no se les dice toda la verdad. Cuando el adicto al sexo explica dónde estuvo lo que estuvo haciendo en tal cual ocasión, sus explicaciones no parecen tener sentido.
La mujer de un adicto al sexo me dijo que su marido tardaba entre media hora y cuarenta y cinco minutos en llevar a la niñera de regreso a su casa. Decía que había hecho unas visitas que había entrado a una tienda y que luego se había quedado dando vueltas en el auto, para relajarse. Sonaba convincente y sincero, pero no tenía mucho sentido. En realidad, hacía una visita breve a una mujer con quien tenía un amorío.
Confíe en sus instintos y actúe en conformidad. Hacer como que no nos damos cuenta y esperar que las cosas mejoren por sí solas no es una muestra de cariño, porque el adicto al sexo está muriéndose lentamente, y las cosas solo empeorarán.
Las evidencias
Tal vez los síntomas observables más evidentes, pero a menudo los últimos en aparecer, son las pruebas directas. No ignore los signos evidentes: cargos en la tarjeta de crédito de compañías con nombres extraños, facturas de teléfono con llamadas a números que comienzan con 900, revistas pornográficas, archivos pornográficos en la computadora, y otras. El cónyuge puede ser la última persona en aceptar estos indicios. En parte, porque no desea sentir el dolor de aceptar la verdad. Puede incluso elaborar conjeturas detalladas para convencerse de que no puede ser cierto. Quizás conozca la frase: La familia es la última en enterarse”. La familia no es la última en enterarse, pero los familiares sí pueden ser los últimos en aceptar los hechos.
CONSECUENCIAS
Stan era pastor y había levantado una congregación fuerte y vital. Tenía una esposa cariñosa y una hija. Parecían ser una familia maravillosa. Pero Stan era adicto a la pornografía y a la prostitución. En el transcurso de los años había derrochado miles de dólares para alimentar sus hábitos sexuales. Para costearse sus hábitos, solicitó y accedió a varias tarjetas de crédito. Al closing, no pudo pagar las cuentas. El saldo en todas estas tarjetas ascendía a cuarenta mil dólares.
Stan estaba desesperado. ¿Cómo le iba a explicar a su esposa y a la existencia de estas cuentas? Como había trabajado en un banco, sabía cómo operaban. Compró una pequeña arma de fuego y comenzó a robar bancos, y así pagó sus deudas. Ya había robado doce bancos cuando lo atraparon. Este buen pastor, por causa de su adicción a la pornografía y la prostitución, pasó ocho años en una cárcel federal.
Los adictos al sexo corren rutinariamente todo tipo de riesgos. Para algunos, el peligro implícito en sus actividades es parte de la emoción. Se arriesgan a contraer SIDA u otras enfermedades infeccionas; ponen en riesgo su empleo, su carrera, su matrimonio, sus amigos y su dinero; pueden llegar a ser arrestados, a que se les entable juicios, a cumplir una sentencia en la cárcel. También pueden sufrir de depresión, ansiedad y otros trastornos emocionales. A menudo los adictos al sexo están tan involucrados en sus actividades que acaban exhaustos con un quebranto nervioso. La fatiga y el agotamiento a su vez pueden provocar una plétora de síntomas y de enfermedades físicas.
También son comunes las lesiones físicas. La esposa del pastor que mencionamos anteriormente se masturbaba tanto que tuvieron que operarla. El suicidio es la consecuencia peor. Consideren el caso de Pablo, un pastor joven. Period adicto a la pornografía desde que tenía as soon as años. De adulto, le gustaba la pornografía con fotos de niñas adolescentes. Esta forma de pornografía lo llevó a involucrarse sexualmente con una joven de dieciséis años del grupo de jóvenes. Al final, lo denunciaron y lo arrestaron. Antes de comparecer en el juicio por su delito, prefirió suicidarse en vez de enfrentar las consecuencias.
Las consecuencias no inhiben al adicto de exteriorizar su sexualidad. Conozco a varios adictos al sexo que han tenido relaciones sexuales con personas que sabían que estaban enfermas de SIDA. Así de desesperados pueden estar los adictos para conseguir su dosis”, y esto es otro ejemplo del pensamiento suicida que pueden tener.
Si sospecha que un conocido es un adicto al sexo, usted puede ayudar. En la tercer parte: Cómo sanar las heridas de la adicción sexual”, veremos cómo; pero antes es importante entender los orígenes de la adicción al sexo: de dónde proviene y cuáles son sus causas, tema que trataremos en el siguiente capítulo.
2 Craig Nakken, The Addictive Character La personalidad adictiva, Hazelden, Heart City, MN, 1988.
3 El desarrollo en el campo de la siquiatría es tan rápido que resulta difícil escribir un libro actualizado con los últimos avances. Las nuevas técnicas que permiten estudiar el cerebro mediante el uso de imágenes de diagnóstico, como el MRI funcional, están literalmente reescribiendo nuestro entendimiento del cerebro.
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sebastian suarez zapata
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